La experiencia en el centro educativo de Amalfi está siendo, sinceramente, fantástica. Se trata de un instituto pequeño, muy acogedor, donde el trato con el alumnado y entre docentes es muy cercano. Me ha sorprendido la tranquilidad que se respira en el día a día, y cómo los grupos reducidos (algunas clases tienen incluso solo 6 alumnos) permiten una atención mucho más individualizada.
He tenido la suerte de asistir a clases de literatura italiana, historia, ciudadanía, español e inglés, y me ha llamado la atención que las metodologías no difieren tanto de las que empleamos en España. Sin embargo, hay pequeños detalles que me han parecido muy interesantes. Por ejemplo, los exámenes son mayoritariamente orales, salvo los de escritura, lo que potencia mucho la capacidad comunicativa de los alumnos y su habilidad para expresarse en diferentes registros.Otro aspecto curioso es que al comenzar cada clase, los estudiantes dejan sus móviles en un cajón del profesor sin necesidad de recordatorio ni vigilancia: lo hacen con total naturalidad, y el cajón ni siquiera se cierra con llave. También he podido ver el trabajo de los docenti di sostegno, profesores de apoyo que colaboran activamente en el aula con alumnos que presentan necesidades educativas especiales. Su presencia está normalizada y perfectamente integrada en la dinámica de la clase.
Estoy aprendiendo muchísimo y sintiéndome muy inspirada por todo lo que estoy viendo. Sin duda, esta experiencia está siendo mucho más que observar: está siendo vivir otra forma de enseñar.
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