En este tercer y último post voy a hablar de la parte más “turística”
de mi viaje Erasmus a Londres. Va a ser una entrada breve, ya que tampoco voy a contar nada que no sea conocido por todos.
Por
ello no voy a hacer una descripción minuciosa de todos los lugares
que visité; en su lugar, voy a centrarme en las experiencias que
personalmente más me gustaron. De hecho
voy a reducirlo solamente a tres categorías:
Museos
londinenses: aunque disfruto mucho el ambiente de las grandes y silenciosas salas de los museos, lamentablemente no pude ir a todos y cada uno de los museos de Londres. En cierta manera también fue un alivio, porque en pleno agosto las colas que se forman para entrar en ellos son interminables y muy lentas (al menos, unos 45 minutos). Concretamente visité tres: la National Gallery, uno de los museos más amplios y tranquilos de la ciudad, donde paseas por salas temáticas mientras ves cuadros tan famosos como la "Venus en el espejo", de Velázquez, "La Virgen de las rocas", de da Vinci o el famoso "Retrato del matrimonio Arnolfini"; el British Museum (quizá el más conocido de todos, donde puedes ver la piedra de Rosetta o los frisos del Partenón de Atenas) y el Madame Toussands, uno de los museos de cera más conocidos del mundo.
Por cierto, para quien no lo sepa, los museos en Londres son gratuitos, salvo alguna excepción como el Toussands, con lo que ahí tenéis otro punto a favor de añadirlos a vuestro itinerario.
Parques
londinenses: con el tema de los parques me sucedía que nunca sabía realmente dónde me encontraba, ya que si te pones a andar por Londres sin pensar demasiado, hay probabilidades de que acabes en uno de ellos sin habértelo propuesto. Comparando a posteriori lo que había visto en directo con las fotos que aparecen en Google, me percaté de que estuve, al menos, en dos: Hyde Park y en el St James. Del primero lo que más destaca es el tamaño y la vida que tiene (zonas de deporte, merenderos junto al lago... una auténtica maravilla); del segundo me gustó mucho la sensación de "recogimiento" y de tranquilidad y las vistas que tienes desde su lago.
Lugares con
vistas espectaculares: Sky Garden, St, Paul Cathedral y London Eye. Del primero ya hablé en la entrada anterior. De los otros dos, quizá el que más me decepcionó fue el London Eye (tal vez por que es el que más expectativas crea, pero lo cierto es que esperar alrededor de una hora y media para meterte en una de sus cápsulas con otras veinte personas se me hizo bastante pesado). En cambio, la catedral de San Pablo tiene, para mí, una de las vistas más especiales de Londres. Eso sí, acceder a la cúpula no es fácil: no es un paseo apto para para claustrofóbicos (hay zonas en las que de verdad sientes que te vas a quedar atrapado entre las paredes) ni para quienes tienen miedo a las alturas (el último tramo lo forman unas escaleras metálicas en forma de caracol que provocan una fuerte sensación de vértigo).
Dejo a un lado toda
la parte de tiendas y comercios porque personalmente es algo que no
me llama mucho la atención, aunque he de reconocer que disfruté
mucho en la famosa tienda de M&ms en Leicester Square o en la tienda oficial de Harry Potter en la estación de Kings Cross. Tampoco quise terminar mi estancia allí sin visitar el lujoso centro
comercial Harrods.
Conclusiones que puedo sacar de esta experiencia:
- La estancia: teniendo en cuenta mis expectativas, no puedo quejarme demasiado.
- El curso: una gran inversión. Nada comparable a cualquier curso de inglés que puedas hacer en España.
- Londres: una ciudad llena de cosas que hacer. Con ganas de volver algún día.
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