Hace casi tres años ya, que fui por primera vez a Dublín y tengo que decir que fue una experiencia inolvidable…
Después de meses de preparación, finalmente aterrizamos en Dublín (no fui
sola, otro compañero y yo nos apuntamos a esta aventura de Erasmus y un poco más tarde se incorporó otro compañero más). Al salir
del aeropuerto, nos recibió un aire fresco típico del clima irlandés, aunque
quizás un poco menos fresco del que esperábamos.
El trayecto desde el aeropuerto hasta el alojamiento fue emocionante, un
primer vistazo de calles adoquinadas y puertas de colores brillantes desde un inconfundible
autobús irlandés y por fin, llegamos al hospedaje. Allí, nos encontramos con
compañeros de diferentes partes del mundo.
Toca llegar a la habitación, descansar un poco y ponerse a explorar esta ciudad.
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